El robo de accesorios y partes de autos se ha convertido en una gran industria que beneficia a tiendas, talleres, intermediarios, policías corruptos y propios ladrones.
Se cuentan por miles los dueños de carros, yipetas, minibuses, autobuses o camiones que han sufrido el hurto de espejos retrovisores, antenas, centros de neumáticos, letras, logos, gomas de repuesto y otros accesorios, lo que representa pérdidas por millones de pesos.
En esta industria criminal participa una larga cadena de intervinientes desde el ladronzuelo, buscones, autoridades y dueños de tiendas de ventas de autopartes originales que ofertan las piezas robadas al mejor de los cristianos.
Se denuncian casos de clientes que requieren en esos establecimientos un tipo de accesorio, que de inmediato es gestionado con delincuentes que lo proveen en cuestión de minutos.
Se trata de una industria muy bien organizada que se extiende por toda la geografía nacional basada en que los comerciantes o intermediarios adquieren a bajo precio los accesorios o partes robadas, sin que se conozca una clara intención de la Policía por desmantelar ese negocio criminal.
Se dan casos de propietarios de vehículos que se ven obligados a adquirir en establecimientos comerciales las mismas piezas que les fueron sustraídas como si fuera el cumplimiento de una condena divina.
Ninguna autoridad se ha dignado en realizar descenso a decenas de establecimientos que expenden esos tipos de objetos robados o siquiera indagar de dónde provienen los que ofertan venduteros como pan caliente.
Se reclama del Ministerio Público y de la Policía el desmantelamiento de las muchas bandas que operan en el robo de accesorios y piezas de automóviles, así como disponer el sometimiento a la justicia de comerciantes inescrupulosos que trasiegan con esas piezas.
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