Una cama, un baño, un abanico, ropa y una biblia. Esto es lo que tiene en su celda Marlin Martínez, la mujer que está acusada de participar en el ocultamiento del cadáver de la adolescente embarazada Emely Peguero, de 16 años de edad.
Marlin está aislada de las demás reclusas de Rafey por medida de seguridad. No tiene televisor, tampoco teléfono celular.
La queja de muchas reclusas es que ellas hacen distintas labores y Marlin no hace nada, por lo que entienden que eso es “privilegio”.
Muchas de las reclusas limpian las celdas, el patio, las estructuras del penitenciario; otras se dedican a preparar la tierra para los canteros, donde se cultivan los vegetales y frutales de corta duración que sirven de su alimentación.
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