Washington.- La prisión de Guantánamo quedará como la espina clavada de la etapa
de Gobierno de Barack Obama, quien volvió a presionar al Congreso de Estados
Unidos para cerrarla.
En concreto el dirigente afroamericano
calificó la cárcel como "una mancha en el honor nacional"
norteamericano y lamentó que los congresistas no hayan contribuido a cumplir
una de sus promesas tras vencer en los comicios de 2009.
De hecho, el todavía presidente de EEUU
reconoció recientemente que este enclave ha sido uno de sus fracasos. "En
lo que respecta a Guantánamo, es verdad que no he sido capaz de cerrar la
maldita cosa por las restricciones que el Congreso nos ha impuesto. Lo que
también es verdad es que hemos reducido mucho la población reclusa",
aseguró hace tres semanas.
"Hasta que el Congreso cambie de rumbo
(respecto a Guantánamo), la historia lo seguirá juzgando duramente, y yo
seguiré haciendo todo lo que pueda para eliminar esta mancha en nuestro honor
nacional", añadió en su último discurso sobre política exterior, en Tampa
(Florida).
"Estamos gastando cientos de millones
de dólares para mantener a menos de 60 personas en un centro de detención en
Cuba. Eso no es ser fuertes", agregó el mandatario.
Obama, que el próximo 20 de enero cederá el
poder a Donald Trump, argumentó que "muchos líderes militares"
respaldan la idea de cerrar Guantánamo, y recordó que a lo largo de su
Presidencia ha trabajado para reducir el número de reclusos de los 242 que
había cuando llegó al poder a los 59 que quedan ahora allí.
"Pero la política del miedo ha llevado
al Congreso a prevenir que ningún preso fuera trasladado a prisiones en Estados
Unidos", explicó, lo que ha llevado a su Administración a negociar con terceros
países para que acogieran a esos reos, la mayoría de ellos detenidos durante
años sin que se presentaran cargos en su contra.
Obama argumentó que "a menudo",
los aliados de EE.UU. no le entregan a sospechosos de crímenes "por temor
de que acaben en Guantánamo", y que el Estado Islámico (EI) usa la prisión
como "herramienta de reclutamiento" de combatientes, porque es un
ejemplo de detención fuera de los estándares de la Justicia ordinaria.
Los presos que quedan en Guantánamo son
algunos de los detenidos al comienzo de la guerra contra el terrorismo tras los
atentados de 2001 contra el país norteamericano, y EE.UU. se resiste a
liberarlos porque asegura tener pruebas "pruebas sólidas de que han
cometido actos terroristas" contra el país, según Obama.
Eso hará imposible que el Gobierno de Obama
cierre por completo la prisión en la base naval estadounidense, con lo que
Trump, que ha prometido llenar el penal de "tipos malos", podrá
volver a servirse de ese limbo legal criticado por organizaciones de derechos
humanos de todo el mundo.
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