BONAO.-Cuando el receptor de Monseñor Nouel y del equipo de los Rockies, Wilín Rosario, tenía seis años, su madre en Bonao encontró el regalo perfecto: un muñeco.
"Ibamos al patio y le quitábamos la cabeza al muñeco", recordó Rosario. "Luego cortábamos una rama de un árbol para hacer un bate y le dábamos a la cabeza del muñeco".
Rosario, los Rockies y el béisbol pueden darle las gracias a Crucita Paniagua, por darle a su hijo la base que lo ha hecho uno de los mejores toleteros de la receptoría desde que subió a la Gran Carpa -sin ver tiempo en Triple-A- durante la campaña del 2012. El cátcher de 25 años de edad dijo que su madre hasta hoy en día tampoco ha dejado de ayudarle a hacer ajustes en su swing.
Rosario siempre sonríe cuando piensa en su principal crítico.
"Mi mamá es mi coach de bateo", expresó Rosario. "En ocasiones nota algo que no he visto yo. Me dice que use mis manos y se enfada cuando me poncho haciéndole swing a malos lanzamientos. Me pregunta por qué le tiro a pitcheos por el suelo".
"Siempre demuestra bastante emoción, sea buena o mala. Cuando tu madre te dice algo, siempre pones atención. Comienzas a pensar que algo está mal si tu mamá te está dando consejos", expresa.
Son pocos los instructores de secundaria o entrenadores privados que puedan decir que tienen como pupilos a un legítimo cañonero de Grandes Ligas.
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