“La situación ha cambiado. Ahora lo que hay es una mudez generalizada, impuesta por la Iglesia, que ha decretado que no se hable más del tema, porque no quiere más bochornos”
A 21 días del viaje a Polonia del padre Wojciech Gil (Alberto), de la parroquia San Antonio de Padua, del distrito municipal de Juncalito, el silencio y el temor se han apoderado de las personas que en principio denunciaron que el cura había violado sexualmente a decenas de niños.
Quienes habían denunciado los hechos del párroco de nacionalidad polaca, de pronto argumentan que ya no les interesa tocar ese tema. Y quienes desde el principio guardaron silencia, ahora se muestran más temerosos y huidizos, según pudieron comprobar reporteros de Acento.com.do.
“Ya yo solté eso en banda, no voy hablar más de ese tema, yo solo hice la denuncia y ya”, expresó un funcionario de la Junta Distrital de Juncalito, quien había denunciado las violaciones sufridas por los menores.
Es el mismo funcionario que hace 18 días acusó a los ministros católicos de ser irresponsables por no auxiliar a las víctimas de las violaciones sexuales y sobre todo por no dar la cara en el problema que ha originado traumas en la comunidad serrana, ubicada a 47 kilómetros del centro urbano de Santiago de los Caballeros.
Mientras prima el silencio en Juncalito, se espera por el resultado de las investigaciones del Ministerio Público.
Cuando el caso se hizo público, el Ministerio Público de la provincia de Santiago hizo acopio de algunas posibles evidencias, entre éstas prendas íntimas de vestir femeninas que estaban en las habitaciones del sacerdote, según trascendió a los medios de comunicación en esos días de finales de mayo.
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