Juan Trinidad, artista de Bonao en medio de su batalla por terminar unas 40 obras que aún le faltan, de 75 que expondrá en noviembre de este año en el Palacio de Bellas Artes, donde de nuevo su talento, carisma y diversidad como escultor, se exhibirá con grandeza.
Su emblemático taller en San Francisco de Macorís, es fresco, como el jardín que lo rodea, a escasos metros de su hogar donde vive con su esposa Wendiliana de Trinidad y sus dos hijas Leonor Elena y Wendiliana.
Y es en ese lugar, entre pinturas, esculturas y un sinnúmero de preciadas piezas antiquísimas e inigualables, que él mismo colecciona, donde cada día se consagra como uno de los artistas contemporáneos más atrevidos, ya que su obra refleja fielmente la cultura dominicana.
“Al momento de esculpir mi tema favorito es la idiosincrasia dominicana porque me siento plenamente identificado con ésta”, expresa.
El escultor, sostiene que como artista y como dominicano aspira a que como sociedad trabajemos más nuestra identidad afroantillana como una forma de recuperar la identidad nacional.
Entre las piezas de Trinidad hay una complicidad que se mira a través de su sensibilidad antillana. “Como soy muy crítico, tengo meses trabajando en mis obras, dándole formas y tamaños que profundicen en lo que quiero mostrar en esta exposición. Quiero que observen el equilibrio; la belleza y la movilidad de lo que yo sé hacer”, comenta.
Al hacer un balance de su vida, cuenta que su inspiración viene porque trabaja en lo que le gusta. Su día comienza a las 8:00 de la mañana cuando sale al patio y puede abrir sus brazos al sol, sentirse libre.
“Lo que me llena de energía es hablarle a mis orquídeas, cortar las gramas, hablar con las aves, mojar todas mis flores. Eso es vivir”, argumenta.
El artista comenzó a darle vida a su obra después de haber llegado de Argentina donde se fue en busca de superar muchos obstáculos, entre ellos, que al inicio de su carrera nadie creía en su trabajo. Confiesa que ha podido vivir de la escultura gracias a su fe y el apoyo de muchas manos solidarias sobre todo cuando estuvo a punto de perder su casa, de la que aclara que gracias a ese apoyo no tuvo que bajar la calidad de su obra ni venderla más barata, sino que se mantuvo fiel a su categoría.
Hoy, con más de 30 años de trayectoria, Juan Trinidad sigue demostrando que el mundo no es tan grande como parece y que su potencial, no sabe de límites.
“Cada paso que he dado en mi vida ha sido porque sé que Dios ha estado conmigo. La vida de un artista no es fácil, porque el artista no tiene muchas salidas, porque aquí todavía no hay una costumbre de ver el arte como una forma de vida. El arte aún no es apoyado en el país como debiera”, dice.
Entre sus planes está abrir en un espacio, que preferiblemente, desea que sea arriba de su casa, un museo donde se puedan exhibir artículos que formaron parte del nacimiento de nuestra nación. “Lo que quiero es que los niños tengan un lugar donde ir a ver objetos que ahora son obsoletos pero que fueron tan importantes como los que existen ahora. Ese es mi sueño y lo voy a lograr con la ayuda de mi gente y de Dios”, dice.
Su vida
Juan Trinidad nació en Bonao, pero vive en San Francisco de Macorís. Escultor por casualidad. Sus obras se hallan en colecciones privadas, tanto en el país como en Argentina y Francia. En el 2002 obtuvo el Primer Premio de Escultura XXII Bienal Nacional de Artes Visuales. Marianne de Tolentino, vicepresidenta de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, con mucha firmeza ha puntualizado que ya existe un “estilo Trinidad” reconocible, cuya lectura podría ser, llevada a varias dimensiones.
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