Por
MARINO BAEZ
Quizás los cuatro magníficos de la mesa de
concertación económica tienen algo que decir sobre las últimas
decisiones tomadas a merced de las aspiraciones para que se enfrente la
corrupción imperante de los últimos doce años de gobierno, de lo contrario que
nos ampare El Llanero Solitario.
En República Dominicana, como cualquier cazador de liebres para poder
ver algo mas allá de lo que alumbran las luces políticas del poder inquisitorio
hay que ver con retorica, endiosando y tumbando polvo a los políticos, el logro
de objetivos significativos y que estén de acuerdo con las demandas referidas.
No es el caso del hombre que sale a “buscársela” para
darle de comer a la familia, sino que contamos con una cuadrilla de usurpadores
de funciones y cargos públicos que han hecho fortunas ilícitamente y están tranquilos,
seguros de su impunidad, con cierta logística política para hacer de las
instituciones públicas su patrimonio o herencia personal.
Las sociedades
modernas de hoy en dia requieren de hombres y mujeres con visión para desempeñar
cargos que contribuyan al bienestar creciente, tendente a enfrentar la crisis
moral y de valores éticos que corrompe las diversas instituciones del estado, con
miras a regir las frágiles estructuras
democráticas de funcionarios que constantemente son desmenuzados por los medios
de comunicación, debido a que ponen de manifiesto inquietudes en la defensa
inapropiada de la corrupción.
El país está
corrompido por el trafico de favores y un sin número más de realidades que
conllevan a procesos de crisis a lo interno de la esperanza ciudadana, donde la
ética es supeditada a un segundo plano, o muchas veces nos vemos precisados a
plegarla a las necesidades de los gobernantes de turno y de los propios votantes,
a pesar de que constantemente se les violan sus derechos y aun contribuyen a
secundar las abominables practicas corruptivas en la administración pública.
Asumimos la postura
del confortable sofá reclinable de los espectadores y desde el otro lado de la
calle juzgamos a todos los bandidos y cómplices, olvidando, más por
conveniencia que por ignorancia, el trozo del pastel que nos toca por tan
descabellada irresponsabilidad.
En los partidos
políticos, primero, después en la administración pública, hace falta educación moral
y cívica, como elementos fundamentales para enfrentar la fatal enfermedad de la
corrupción administrativa, porque la imperante ambición que prevalece en estas
organizaciones está contribuyendo desde tiempos antiquísimos a la construcción
de un régimen donde los valores y las normas de conducta no son claros, porque los principios básicos son violados
constantemente.
Es tiempo de comenzar
a poner en orden los principios; y ese ordenamiento de la administración
pública, debe ser rediseñado y puesto en marcha por el gobierno, con visión
para que los recursos propiedad del estado sean administrado con apego a las
normas morales y cívicas, poniendo en orden sus principios, deberes y
compromisos, tomando como punto primordial el significado de la democracia y el
rol que les corresponde desempeñar para sacar al país del malabarismo en que se
encuentra producto de la corrupción administrativa.
Los padres debemos
educar nuestros hijos con una verdadera Conciencia Democrática para que puedan
ser hombres valiosos en el mañana, porque la educación es la llave del
desarrollo.
El autor es periodista
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