Por MARINO BAEZ
Un espíritu burlón, decepcionante, indigno, descabellado y optimizado,
avizoró la compostura del discurso pronunciado por Leonel Fernández Reyna,
donde explicó sobre la importancia de una reforma fiscal y el uso dado al botín
de 187 mil millones de pesos que han provocado una crisis descomunal en la
gestión financiera dominicana.
Es una burla para los dominicanos que voz en cuello protestan en contra de
esta farsa económica, que el ex presidente, además de negar el profundo hoyo
financiero que ha provocado, también los llame “peregrinos y sínicos”, cuando
está conteste de que durante sus tres gestiones de gobierno fue imperante el
enriquecimiento ilícito de la mayoría de los funcionarios que le acompañaron.
Decepcionante es la palabra dominante, luego de haber escuchado en minoría
el discurso, ya que el responsable directo de la crisis descomunal que afecta
al país y que habiendo prometido en la campana de 1996-2000, la redención moral
de la política, Leonel Fernández prefirió seguir la línea más fácil y más
provechosa, el camino tortuoso de la ilegalidad, marcado por los antecesores,
maestros y guías de la corrupción pasada.
Desde el punto de vista crítico, los pasados escándalos con las
licitaciones propiciadas por el Ministerio de Obras Publica y la Oficina
Constructora y Supervisora de Obras del Estado, son la odisea más que
justificadas y demostrada, de que en la administración pasada las soluciones a
los problemas sociales y las trampas justificadas en el discurso de Leonel
Fernández, no difieren de un angosto y nublado pasado cargado de grandes males
en la administración de los recursos del estado.
Con criticidad, el ex presidente justifica la reforma fiscal señalando “que
la idea de esta no surgió al azar, de manera imprevista o sorpresiva, sino que
fue parte de las consultas, del diálogo y del esfuerzo de concertación que
durante dos años se realizó con distintos sectores de la vida nacional, en
relación con la Estrategia Nacional de Desarrollo”, sin embargo, los sectores
más afectados y que están obligados a pagar el botín de 187 mil millones de
pesos, nunca fueron consultados.
La decisión tomada por el Procurador General de República, Francisco
Domínguez, en desestimar la demanda interpuesta por Guillermo Moreno, contra
Leonel Fernández, es una muestra de la complicidad con la corrupción, visto que
en sus tres gestiones de gobierno, solo en licitaciones y concursos, compras
directas, contratos y concesiones, los ex ministros exhibieron el mismo comportamiento
y desparpajo de su inspirador, maestro y predecesor presidente.
“Bomberos no se pisan las mangueras”, desde los primeros pasos dados por
este gobierno en la administración pública, se demostró que el cambio repetitivo
de su propaganda sería idéntico al de su antecesor y guía Leonel Fernández y
los gobiernos anteriores, afinado con sustitución de personas, pero no de
procedimientos, cambio de discurso, pero no de conducta y cambio de caras, pero
no de moral, lo que constituye un desprestigio consuetudinario.
Está a la vista de todos, de que ávidos y corruptos deben estar juntos y
esta fue la razón por la cual ex ministros y ex funcionarios abarrotaron la sala
del entorno donde se pronunció el discurso, o sea, estaban entre cómplices,
bandidos, liberales y aliados, todos instruidos en el manual del
enriquecimiento fácil a costa de los impuestos que nunca han pagado.
Nos preguntamos ¿qué pasó con la gente nueva, con mentalidad moderna, con
intenciones patrióticas, de conducta intachable y sin pasado vergonzante, con
la cual el Partido de la Liberación Dominicana iniciaría una nueva etapa de
mejoría y concertación democrática? Definitivamente, la ambición mato al ratón.
El autor es periodista
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