Mientras en el país se protesta contra reforma fiscal; Obama subirá impuesto a ricos para reducir déficit
Ante una inminente calamidad económica, el presidente Barack Obama mostró el viernes su disposición a acordar concesiones mutuas con los republicanos, al declarar que no está "casado con todos los detalles" de su propuesta para evitar problemas económicos profundos y amplios en el año por venir.
Sin embargo, afirmó que su triunfo en las elecciones le ha dado un nuevo mandato para elevar los impuestos a los estadounidenses más adinerados. "La mayoría de los estadounidenses coincide con mi estrategia", dijo Obama, quien apenas el martes ganó la reelección.
El problema es que los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, discrepan profundamente de los planes del mandatario. El líder de la cámara baja John Boehner insistió en que un aumento de los impuestos como el impulsado por Obama "destruirá la generación de empleos en Estados Unidos".
Así comenzaron las maniobras políticas para evitar el llamado abismo fiscal y para definir cuál de los poderes —la Casa Blanca o la Cámara de Representantes— cumple más promesas a los votantes.
Del resultado dependen decenas de millones de estadounidenses, dado que las alzas en los impuestos y los recortes presupuestarios que comenzarían el 1 de enero podrían elevar el desempleo y provocar una nueva recesión. La agotadora campaña por la presidencia a duras penas concluyó.
En estas condiciones, Washington volvió rápidamente a algo que ha sido la norma en los años recientes: las discusiones al borde de que venzan los plazos, con un acuerdo sobre una meta crucial pero con una gran división sobre la mejor forma de llegar ahí.
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