Por Marino Baez
La alineación entre los objetivos
grupales y los objetivos individuales deben ser la interacción de todo gobierno
cuando se trate de poner en marcha acciones dirigidas a reducir la pobreza
extrema, como método imprescindible que coadyuve a incentivar los diversos
sectores que inciden en la sociedad, si lo vemos desde el punto de vista del
desarrollo humano.
Ahora bien, si el recurso humano es
reconocido como una de las variables medulares para reducir la pobreza;y como
se afirma, tiene una incidencia directa en la reducción del gasto público, es
necesario establecer estrategias para lograr una efectiva gestión que incida en
la valoración de la estabilidad meridiana de los que menos pueden, por lo que
para lograr significativos reportes de estabilidad en el gobierno, es preciso
alinear los objetivos estratégicos y los objetivos individuales de la
desenfrenada administración económica que hoy nos agobia.
El discurso de Danilo Medina ante la
asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estuvo cargado de
realidades y buenas intensiones, porque fue enfocado en los verdaderos y
sentidos problemas económicos por los cuales está pasando la República
Dominicana, donde por primera vez y en resúmen,sintetizó sobre los tropiezos de
los ciudadanos en cuanto a la pobreza extrema.
El problema de la pobreza en el país esta
segmentado en los lugares más recónditos y tiene su epicentro en el despilfarro
de los recursos que pagan las empresas y los ciudadanos por concepto de
impuestos, los cuales deben ser regulados y maximizados para que el gobierno
pueda cumplir con las promesas puesta de manifiesto, mediante una iniciativa
dirigida al incremento de la generación de empleo, no resarciendo las
necesidades de la gente entregando funditas de comida en tiempo de campaña.
Si el presidente Medina quiere reducir la
pobreza extrema debe iniciar una álgida estrategia de austeridad, donde se
promuevan prácticas responsables en la gestión personal de los funcionarios que
contribuyan a la reducción continua del gasto público, mediante la promoción de
una gestión responsable en el manejo de los recursos del estado, para que estos
sean orientado al manejo de una política de inversión social con carácter y
ribetes morales.
Ahora bien, ¿Cómo compatibilizar las
intenciones del presidente Medina y los intereses de los diversos actores
afectados por la pobreza, dentro de un enfoque de responsabilidad social? ¿Cómo
generar ventajas competitivas sostenibles que contribuyan con la estabilidad
del gobierno para reducir la pobreza?, es muy sencillo, si tomamos como
alternativas iniciativas dirigidas a visualizar y priorizar los problemas sin
verlos desde puntos de vita políticos.
Para reducir la pobreza Danilo Medina
debe trazar las pautas a fin de que las empresas generadoras y distribuidoras
de energía no sigan cargándole el peso a los pobres con la tarifa energética
por encima de lo que consumen, que suspenda los subsidios a los transportistas
y empresarios, que deje sin efecto el barrilito y cofrecito de los senadores y diputados, que
lleve a la cárcel a los funcionarios que se han apoderado de los bienes del
estado, que haya una distribución más equitativa de la riqueza, que se mejoren
los salarios en el sector público y privado, que se reduzcan los salarios de
los funcionarios del gobierno, que se implemente un sistema fiscal eficiente,
cuya recaudación de impuestos sea efectiva, que se ponga en marcha un sistema
educativo de calidad, a través de la entrega del 4% y que el gobierno sea
coparticipe en la generación de negocios inclusivos con la base de la pírame
económica, bajo un trato justo para todos.
Al igual que el presidente de una nación
“la calidad del producto se convierte en un requisito básico para mantenerse en
el mercado y generalmente el cliente exige una oferta casi a la medida,
excelencia en el servicio y bajos precios”, por lo que si Danilo Medina quiere concluir
su mandato manteniendo su estatus de popularidad, debe gobernar para los pobres
apretándole el cinturón a los malversadores de recursos.
Ningún gobierno podría lograr reducir la
pobreza con el pago de impuestos en todos los servicios, con el objetivo de
incrementar la presión tributaria, comparándonos con otros países emergentes que
tienen niveles educacionales y de ingresos muy
por encima del nuestro, porque la reducción de la pobreza tiene su
potencial relevancia en la reducción del gasto público.
El
autor es periodista
Comentarios