Autor Marino Baéz, es periodista!!!
“La
juventud termina cuando se acaba la esperanza”, dice José Ingenieros en su obra
la Moral Social; y precisamente, la moral y la esperanza es lo que se ha
perdido en la República Dominicana, porque los políticos han tomado “la sartén
por el mango y el mango también”, apoderándose de lo suyo y de lo que no es
suyo, sin tomar el toro de la violencia política y corrupta por los cuernos.
Este
empobrecido país no sale de un nuevo tema creado a merced de quienes administran
los diferentes ministerios del estado, sólo con el propósito de confundir a la
población, dejando de lado los hechos de violencia y sin estudiar las causas
que la promueven, lo que significa que la juventud se empobrece cada dia,
cuando su perfil debiera estar empoderado hacia el desarrollo y el aprendizaje.
No
es posible que la violencia vuelva por sus fueros y veamos incrementarse los
asesinatos de jóvenes y adolescentes que adolecen de una educación tratada con
moderación familiar, todo esto por falta de apoyo moral, político, social y
económico.
De
seguir el ritmo que llevamos, la República Dominicana se convertirá en un país
fallido, dirigido por personas que solo les interesa la educación y la
preparación académica de sus hijos, claro algunas veces, porque muchos de esos
jóvenes por ser hijos de políticos influenciados por el tráfico de inconducta,
prefieren adentrarse a las malas prácticas contando con el apoyo inmoral de
quienes han vivido toda la vida de los malos negocios que les permiten hacer
los gobiernos de turno.
Hay
que hacer algo por los jóvenes. Hay que hacer algo contra las bandas juveniles.
Hay que hacer lo posible por controlar los denominados gangueros, que son
quienes actualmente provocan el mayor número de muertes en las provincias del
país, muchas veces con el apoyo del narcotráfico y el maldito interés de
conseguir dinero de cualquier forma, menos mediante el esfuerzo y el trabajo
productivo. El país se hunde poco a poco y cuando queramos detenerlo será
imposible.
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