Algunos apenas lograron contener las lágrimas, pero muchos otros lloraron de júbilo hoy en República Dominicana cuando el boxeador Félix Díaz obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Pekín 2008. Tan pronto terminó la pelea, decenas de personas, algunas tomando cerveza, se lanzaron a las calles en Sabana Perdida y otras iban a la casa a congratular a la familia del campeón. Desde temprano en la mañana medios de comunicación y vecinos se concentraron en la casa de Euclides Díaz Heredia y Dominga Guzmán, padres del campeón, en el empobrecido sector de La Jabillla, de Sabana Perdida, a presenciar la pelea por televisión. Frente a un televisor, en la mesa, los trofeos obtenidos por el boxeador y decenas de medallas colgando, Díaz Heredia y su esposa, de pies y con los puños cerrados, gesticulaban ante cada golpe que lanzó Díaz a su contrario, el tailandés Manus Boonjumnong. En el otro extremo del mundo, a Díaz se le notaba la gran emoción mientras tarareaba el Himno Nacional que se interpretó en la premiación. El presidente Leonel Fernández también presenció la pelea desde su hogar, mientras por toda la Capital ensordecían los toques de bocinas de carros cuyos conductores además exhibían con orgullo la Bandera Nacional.
Algunos apenas lograron contener las lágrimas, pero muchos otros lloraron de júbilo hoy en República Dominicana cuando el boxeador Félix Díaz obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Pekín 2008. Tan pronto terminó la pelea, decenas de personas, algunas tomando cerveza, se lanzaron a las calles en Sabana Perdida y otras iban a la casa a congratular a la familia del campeón. Desde temprano en la mañana medios de comunicación y vecinos se concentraron en la casa de Euclides Díaz Heredia y Dominga Guzmán, padres del campeón, en el empobrecido sector de La Jabillla, de Sabana Perdida, a presenciar la pelea por televisión. Frente a un televisor, en la mesa, los trofeos obtenidos por el boxeador y decenas de medallas colgando, Díaz Heredia y su esposa, de pies y con los puños cerrados, gesticulaban ante cada golpe que lanzó Díaz a su contrario, el tailandés Manus Boonjumnong. En el otro extremo del mundo, a Díaz se le notaba la gran emoción mientras tarareaba el Himno Nacional que se interpretó en la premiación. El presidente Leonel Fernández también presenció la pelea desde su hogar, mientras por toda la Capital ensordecían los toques de bocinas de carros cuyos conductores además exhibían con orgullo la Bandera Nacional.
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