Dos días después de que la supertormenta Sandy paralizó Nueva York, los habitantes, ansiosos por volver al trabajo y por recuperar su vida habitual, notaron algunas señales de que la ciudad comienza a recuperarse, aunque dista mucho de volver a la normalidad.
El tráfico matutino pareció incluso más intenso que el de un día ordinario, luego que la gente comenzó a volver al trabajo en una ciudad sin servicio de trenes subterráneos. En algunas de las autopistas principales, el tráfico avanzaba a vuelta de rueda.
El alcalde Michael Bloomberg tocó la campana que marcó la reanudación de operaciones en la Bolsa de Valores, que inusitadamente suspendió sus operaciones por dos días.
Tal vez lo más prometedor fue que la gente esperara en las paradas de los autobuses, un indicio de que el transporte colectivo comienza a prestarse de nuevo, aunque el sistema del tren subterráneo y algunos túneles vehiculares seguían paralizados por las inundaciones sin precedente que dejó Sandy.
Rosa Díaz, que tiene 58 años y padece diabetes, esperó un autobús que la llevara al Bronx, a fin de acudir a una cita con su endocrinólogo. Reside en la sección Flushing del barrio de Queens, pero se hospeda con su madre, quien vive en un asilo en el vecindario de Chelsea, en Manhattan, sin energía eléctrica.
“Es horrible”, dijo. “Gracias a Dios compré galones y galones de agua para beber y lavarme”. Un galón equivale a 3,78 litros.
Pese a que la vida normal se iba recuperando, no había espacio para el optimismo. “Está claro que los desafíos que enfrenta nuestra ciudad en los próximos días son enormes”, dijo el alcalde Michael Bloomberg el martes, mientras que las autoridades advirtieron que el suministro de energía no se restablecería sino hasta el fin de semana, en una ciudad acostumbrada a disfrutar al máximo los beneficios que la electricidad brinda.
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