Por momentos da la sensación de que la campaña presidencial estadounidense transcurre en un universo alternativo. Arriba quiere decir abajo, sí quiere decir no, blanco, negro. Los tuits de Donald Trump, sus discursos, sus entrevistas, sus intervenciones durante los debates, sus conferencias de prensa y sus comentarios improvisados -en otras palabras, cada pronunciamiento que hace mientras está despierto- han sido una fuente de hipérboles tan comunes que cualquier cosa que dijese Hillary Clinton, por más dudosa que pareciese, pasaba casi inadvertida. Trump hizo un uso pernicioso de números ficticios, inventó eventos y se contradijo o tergiversó pronunciamientos suyos previos. Clinton apeló a datos reales, pero hizo promesas difíciles de cumplir, manipulando cifras y cayendo en la vieja tradición de Washington de ignorar a veces la realidad o acomodarla a sus necesidades. Cautelosa por naturaleza, estiraba los hechos hasta el punto de ruptura al defender su manejo de los emails...