Los 11 presuntos delincuentes muertos en menos de 24 horas en alegados enfrentamientos con la Policía, en adición a los siete extranjeros ejecutados en Paya, Baní, y al camarógrafo y al taxista acribillados en Santiago, traducen un panorama sombrío y perturbador. Tanta sangre en medio de una creciente ola de violencia no deja de constituir un claro desafío a las autoridades para garantizar la seguridad y el orden. La Policía ha enfrentado la criminalidad, y después del asesinato por desconocidos del camarógrafo Normando García (Azabache) y del taxista José Francisco Romero, cuesta censurar sus métodos. Porque desconocidos como los que mataron a García y a Romero figuran entre los criminales que ha habido que enfrentar por homicidios, atracos, asaltos a mano armada y otros delitos aterradores. Máxime porque los delincuentes, antes que entregarse, prefieren enfrentar las patrullas policiales. De todos modos, tanta sangre en unas cuantas horas crea un ambiente perturbar, que las autorida...