
Luego de ser puestos en libertad, los jóvenes criollos, dijeron que todas las pruebas demuestran que eran inocentes y que sólo viajaban en el “vagón equivocado” del tren.
Varela dijo que a pesar de ser exonerados de los cargos, no salen todavía del trauma de haber sido vinculados a los crímenes que no cometieron. “Esta fue una tragedia que pasó y nosotros por coincidencia, estábamos en el tren en el momento de ocurrir ese caso”.
Dijo que él y su amigo Diógenes, lo sienten por las familias de los muertos, porque no pudieron evitar que fueran asesinados.
La abogada de García, quien permanece detenido sin fianza sostiene que su cliente actuó en defensa propia y que la investigación del hecho, revelará toda la verdad. “El actuó en defensa propia al ser atacado por un grupo de 15 revoltosos”, agregó la jurista.
El matador, dicen las autoridades, reaccionó con una ira incontenible y entró al vagón en el que viajaban las víctimas, que iban acompañados por el otro herido y seis amigos más, a los que atacó de inmediato a puñaladas, pese a que trataron de disculparse.
Las capturas del trío, fue posibilitada gracias a un despliegue masivo de afiches policiales con el retrato hablado de García. El tren se dirigía a Brooklyn, pero fue detenido en la parada de la calle Christopher y la calle 14, donde paramédicos y policías, hallaron en un charco de sangre a los jóvenes agredidos.
Versiones de la escena indican que dos grupos de revoltosos se enfrentaron en la sangrienta pelea, que incluso fue grabada en videos de celulares de curiosos que fueron espectadores de la misma. Algunos medios difundieron las imágenes en sus páginas Internet.
Luego de ese hecho, los neoyorquinos criticaron acremente la falta de funcionamiento de miles de cámaras de seguridad en el tren subterráneo, más de 4,000 en total, pero de las cuales sólo funciona la mitad. La Autoridad Metropolitana de Tránsito (MTA) anunció que 900 de esos aparatos, serían reemplazados en los próximos días.
En el sistema de trenes por debajo de la tierra, la comunicación celular tampoco funciona y de los cientos de teléfonos públicos colocados en las estaciones, el 90% está inservible.
Las muertes de los jóvenes, podría forzar a un cambio en la comunicación subterránea de la ciudad. La vigilancia policial y de oficiales de la MTA también escasea.
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