
BONAO.-Una gran preocupación hay en esta ciudad por los constantes tiros que la policia le da a personas que son detenidas. Los niños duraron una semana arrojando arena sobre la sangre que reaparecía sobre la calle sin pavimento, insistente, tras cada llovizna. Finalmente la mancha roja se desvaneció, pero en el barrio María Auxiliadora, de Bonao, la gente recuerda con exactitud y pesar el hecho que la produjo:“Esto estaba lleno de policías. Primero le tiraron por los pies. Después un policía bajó del jeep y le dio el último, en la cabeza, y se le salieron los dientes y los ojos…” Estas son las palabras de un pequeño de siete años que narra cómo el pasado 8 de enero un grupo de agentes policiales mató de 20 disparos a José Miguel Moreta, de 22 años. Cuenta que los policías le hablaban fuerte a su víctima, que tras cada disparo preguntaban si le dolía y que duraron más de una hora para darle el tiro de gracia. Narra el hecho con precisión y con la coherencia que permite su edad: se toma la licencia de interrumpir el curso lógico de su propio relato para contar el final muchas veces. Otra niña de apenas tres años también presenció una acción similar: vio el cuerpo de su tío Rafael Ernesto Rosario descender por la escalera en forma de espiral que conduce a los dormitorios de su casa. Los agentes, que le habían disparado minutos antes, lo bajaron a patadas. Junto a la escalera, en el mismo rincón en que el pasado 14 de febrero quedó el charco de sangre, están apoyadas las muletas que habían acompañado al joven durante los últimos meses, pues en septiembre del año pasado había sido baleado por una patrulla policial que lo dejó parapléjico. Los detalles de este primer ataque los cuenta el hermano de la víctima, Joel Palosky Rosario, de 27 años. Refiere además la historia de Nelson Antonio Mota, un hombre de más de 40 años que estaba con su hermano Rafael Ernesto, cuando fue baleado, y que también recibió tres disparos, dos en la pierna izquierda y uno en la derecha. Mientras reseña los casos, Joel hace rotar entre sus dedos el palo que le sirve de muleta desde octubre del año pasado, cuando también recibió tres disparos que dañaron su rodilla derecha. Estas muertes violentas perpetradas por agentes policiales, y la aplicación del denominado método de “Los Cirujanos” (práctica mediante la cual los policías disparan a los presuntos delincuentes en las extremidades inferiores con el fin de dejarlos paralíticos) han tomado auge en Monseñor Nouel en los últimos seis meses. Arquímedes Reyes, representante de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en la provincia, denuncia que en el último semestre más de 30 jóvenes han sido atacados con este método. Asegura que se trata de una estrategia institucional y que los agentes policiales que atacan a tiros a un presunto delincuente son recompensados con tres días libres.
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