
Ganar en primera vuelta se ha convertido en una patológica que al país le está costando demasiado dinero. Así como el Estado se impuso para derrotar a Danilo Medina en la contienda interna del partido de gobierno, de esa misma forma se pretende aplastar a la oposición. En manos del presidente Fernández el Estado es un rodillo que aplasta al que ose ponerse en su camino. El Estado no es solo el dinero, son las instituciones civiles y militares que le dan soporte. Los partidos de oposición no están en una contienda en iguales condiciones.
No hay ninguna institución, ni siquiera la Junta Central Electoral, que puede detener el rodillo del Estado conducido por el presidente de la República, un rodillo que no se detiene ante nada ni ante nadie. No importa cuanto gaste ni cuan maltrecho deje al Estado al terminar la campaña electoral. El fin justifica los medios, ha dicho Fernández. La “política no tiene moral”, repite una y otra vez junto a sus asesores y funcionarios que también quieren reelegirse.
Ahora bien, las posibilidades de ganar en primera vuelta del presidente Fernández, no son posibles. Si alguien gana en primera vuelta será el PRD, será Miguel Vargas, de seguir las cosas como van. Como dijo Amable Aristy Castro, la “reelección está herida de muerte”. Y el pueblo lo sabe. La gente quiere un cambio. Y lo quiere ahora. La gente no quiere más de lo mismo, que es lo que ofrece la reelección.
Se siente y se palpa el disgusto de la gente en las calles, en las oficinas públicas y privadas, en los automóviles del concho, en las guaguas, en las fábricas, en los talleres, en las universidades, en los hospitales y en las escuelas. El gobierno lo sabe, el presidente sabe que se ha producido un giro en el mercado electoral, que los números no alcanzan para irse en la primera vuelta. Y que probablemente en la segunda vuelta se irá, pero para su casa a escribir sus memorias. Mantener la percepción del triunfo arrollador en primera vuelta tiene el propósito de crear una crisis electoral mayúscula si no ocurre así. Y para eso cuentan con grupos armados y con determinados medios de comunicación y periodistas.
Una segunda vuelta, en caso de ser necesaria, supone un reagrupamiento de las fuerzas políticas de oposición. Es seguro que la contienda será entre el presidente Fernández y Miguel Vargas Maldonado. Los demás partidos se sumaran a uno de los dos candidatos o simplemente dejaran en libertad a su gente para que voten por cualquiera de los dos. En un escenario de segunda vuelta Miguel tiene mayores posibilidades de acuerdos. El gobierno ya hizo sus alianzas, incluso ya compró a todo el que pudo comprar o quiso venderse. Los tránsfugas y traidores están en Duquesa. ¿A quién apoyará Amable Aristy Castro? ¿A Leonel Fernández o a Miguel Vargas? Debemos suponer que apoyará al candidato del PRD, pues habría que tener poco o ninguna dignidad para respaldar al candidato oficialista después de haberlo destruido a base de papeletas. Amable Aristy no se le puede vender al PLD, pues de hacerlo estaría cavando su tumba política. El 5 o el 8 por ciento del PRSC se iría casi en su totalidad hacía el PRD. El partido del toro se abstendría o llamaría a votar por Fernández, lo que provocaría una ruptura con Eduardo Estrella que no estaría de acuerdo con “más de lo mismo”. La izquierda podría llegar a un acuerdo con el PRD sobre temas puntuales: salud, la educación, etc.
En una segunda vuelta el PRD tiene más capacidad de maniobra que el gobierno para sumar votos. El presidente Fernández llegó a su techo hace mucho. Ahora está en picada.
No ganar en la primera vuelta es derrota. El 17 de mayo en la mañana el metro reeleccionista se habrá detenido. Volver a levantar La moral de los militantes y simpatizantes será difícil. Todos los oficialistas están asegurando que ganarán en primera vuelta, con un 60%. Pero cuando amanezcan con poco más de 40, el desplome será total. El PRD avanza por el carril del centro, el reeleccionismo se agota.
Pero no hagan fiesta. Un León herido de muerte es peligroso. Hay que cuidarse de los zarpazos del 16 de mayo durante el día y durante la noche para evitar desgracias que luego todos podemos lamentar... (Por Juan Taveras Hernández)
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